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Masacre carrancista en Villa Milpa Alta por racismo y odio a zapatistas

Enero 30, 2019.- En la historia oficial no hay cabida para explicar lo que fue el zapatismo, por eso se busca en un libro ponderar la memoria de los pueblos y entender que estos siempre han participado en la vida nacional.

Por Sergio Rojas

Debido a que es una zona de paso hacia Morelos donde se encontraba el Cuartel General del Sur, Milpa Alta fue arrasada por el carrancismo en 1916, donde además los del ejército constitucionalista se llevaron a todos los hombres pacíficos que encontraron a su paso con el alistamiento forzoso de los pobladores, a fin de generar desarraigo y destierro, refiere el historiador Armando Josué López Benítez en su estudio «La masacre carrancista en Villa Milpa Alta, octubre de 1916».

Dicho artículo forma parte del libro La utopía del Estado: genocidio y contrarrevolución en territorio suriano (Museo del Chinelo y Libertad Bajo Palabra Editores, 2018), presentado hace poco en el Museo Comunitario de Tláhuac, donde estuvo el autor y también coordinador de la obra –junto con Víctor Hugo Sánchez Reséndiz–.

Durante su intervención, López Benítez detalló que desde 1848, han habido rebeliones comenzando en el norte del estado de Guerrero y Morelos, en buena medida porque son pueblos que han estado en comunicación a través de sus fiestas y tradiciones, las cuales son parte de la vida de sus comunidades, lo que es algo que se quiso plasmar en el libro, a fin de reconstruir la región del sur y entender por qué fue el de Zapata el Ejército Libertador de esos territorios.

Al revisar los artículos de los diversos autores, dijo, vieron que todos hacían mención del racismo, implementado por la facción norteña representada por los carrancistas, lo cual ha sido una constante en la historia de México, además de alentado desde el Estado mismo que ha visto a los individuos como mano de obra barata, debido a que su tendencia sigue siendo la de apropiarse de la tierra de los pueblos para venderla a los grandes empresarios.

«Lo fue en la época de los zapatistas y lo sigue siendo ahora», precisó.

López Benítez comentó que la Constitución de 1917 tramposamente etiquetó al zapatismo como la lucha agraria, de ahí que el carrancismo haya implementado la supuesta «dotación de tierras», donde aparece el Estado como el «benefactor», cuando los pueblos no pedían una dotación de tierras, sino la restitución de tierras, porque eran suyas.

«Por eso fue una trampa de la Constitución del 17 –aseveró–, porque el Estado se ponía a decir ‘yo muy buena onda le doy tierras a los pueblos, cuando el territorio era de los pueblos».

Manifestó que en los libros de historia oficial no hay cabida para explicar lo que fue el zapatismo, de ahí que en La utopía del Estado se busque ponderar la memoria de los pueblos y entender que estos siempre han participado en la vida nacional. «Incluso los mismos historiadores del zapatismo nos hablan de los pueblos como si siempre hubieran estado pasivos, y de repente, como por arte de magia, se levantaron en armas, algo que no es cierto», indicó.

En el libro, puntualizó, «queremos marcar el genocidio abierto que implementaron los carrancistas apoyados por el gobierno de Estados Unidos».

Dijo haberse sentido «asqueado» al momento de revisar los testimonios de milpaltenses para redactar su artículo para el libro, como fue el caso cuando leyó que «los carrancistas sacaron a la gente de sus casas y los fusilaron en masa afuera de la iglesia en (la masacre de) el Chapitel, cuando pusieron a los papás enfrente de los hijos para que los vieran morir», y después dejaron los cadáveres abiertos, expuestos, «para que llegaran los perros a comerse las vísceras».

El exterminio, tema negado por la historia

En su estudio, López Benítez apunta que Milpa Alta es parte del territorio cultural suriano vinculado con los pueblos que se levantaron en armas en 1911 por conseguir su territorio y autonomía.

La guerra de exterminio efectuada por el carrancismo en 1916, es un tema bloqueado y negado por la historiografía de corte nacionalista, por lo que se deben escuchar las voces de los pueblos, señala.

Asegura que la revolución del sur fue y sigue siendo un movimiento incomprendido por la historiografía de la Revolución, al denominar al zapatismo como la Revolución Sureña.

Asimismo, consigna el que se ha negado e ignorado el papel que tuvo la cosmovisión mesoamericana en la vida de los pueblos y su modo de percibir el mundo, donde seres anímicos e inmateriales como la llorona, los nahuales, el charro negro o los santos y el diablo habitaban los pueblos, iglesias y capillas, cerros, manantiales, ríos y apantles.

Ahí, dice, al igual que en otros pueblos como Temamatla, Amecameca, Chalco o pueblos de Tláhuac, «los cerros, cuevas y manantiales son ofrendados desde la época prehispánica, pues desde entonces se cree que en ellos existen seres inmateriales, entidades agrícolas, capaces de controlar e invocar las lluvias».

En la presentación del libro estuvieron también Víctor Hugo Sánchez Reséndiz –también coordinador del libro–, Mario Martínez Sánchez y Baruc Martínez Díaz. ♦

https://nosotrosmx.com/2019/01/30/masacre-carrancista-en-villa-milpa-alta-por-racismo-y-odio-a-zapatistas/