Libertad bajo palabra

Proyecto autónomo para el acopio y dispersión de nuestras voces e historiaz

Historia del kiosko de prensa, revistas y libros “Las Teres”

Dentro de un vasto universo de posibilidades para transmitir nuestros pensamientos y sentires, se encuentra la palabra escrita. Una forma de dar soporte al lenguaje que privilegia la materialidad de las palabras.

Dentro de un vasto universo de posibilidades para transmitir nuestros pensamientos y sentires, se encuentra la palabra escrita. Una forma de dar soporte al lenguaje que privilegia la materialidad de las palabras. Esta materialidad, desde hace quinientos años, se ha sostenido de forma cada vez más masiva en el papel y las distintas tintas que conforman el contenido de la obra.

Este complejo intercambio humano, tiene uno de sus momentos más importantes, cuando las personas adquieren dicho material impreso, expresado en una diversidad inmensa de publicaciones, nacionales y extranjeras, que se dirigen a un público amplio, y que por lo mismo, requiere de una buena diversidad temática. El momento al que nos referimos, está vinculado a la existencia de espacios que habiliten dicho intercambio.

Los kioskos y puestos de revista, han formado y lo siguen siendo, parte imprescindible en la construcción de este proceso humano. Tienen un valor cultural, social y económico que se expresa en múltiples sentidos: forman parte del patrimonio urbano y su paisaje; participan de una amplia industria editorial que necesita la existencia múltiples espacios para poner a disposición de lxs lectorxs, su producción; diversifica la oferta de información a la que tienen acceso las personas, por lo que la existencia y permanencia de dichos espacios involucra el mantenimiento y consagración de derechos culturales de todxs lxs mexicanxs.

La prensa periódica se relaciona con procesos históricos complejos y amplios, que el presente estudio se propone evocar con el objetivo de desbrozar el terreno morelense y eventualmente impulsar la investigación en este campo. Como fuente de primera mano la prensa proporciona una rica cosecha de datos en todos los ámbitos de las actividades humanas: las ideas y los hechos políticos y jurídicos, económicos y sociales, culturales y científicos, sin olvidar la vida cotidiana y las mentalidades.[1]


[1] “La prensa en Morelos, 1862-1910” de Laurence Coudart en Historia de Morelos, t. VI Creación del Estado, Leyvismo y porfiriato de Horacio Crespo (dir y coord.), Congreso del Estado/UAEM/ICM, México, 2011, p. 259.

Nuestra ciudad, tiene la fortuna de contar con espacios en que las personas tienen acceso a libros y revistas, se trata en realidad, de un número limitado de espacios. De ahí que fortalecer la existencia, la permanencia de distintos espacios distribuidos a todo lo largo y ancho de la ciudad, sea una tarea que incumbe a la sociedad en su conjunto. La trayectoria de dichos espacios, es, de alguna forma, parte de la historia cultural de nuestra ciudad. El kiosko de prensa, revistas y libros “Las Teres”, forma parte de estos espacios emblemáticos, que nutren y diversifican nuestra formación como cuautlenses. Doña Tere, quien labora desde hace décadas en dicho kiosko, nos narra el inicio de este proceso:

Mi abuelita, Petra Girón Cruz, era de San Andrés Andúa, municipio de Noxchistlán, Oaxaca […] ya estaba la revolución y ella salió huyendo de su pueblo […] hacia Oaxaca. Ahí ella vio que había niños que vivían vendiendo periódicos, empezaron trabajando en una tiendita y enfrente de la tienda, estaba el periódico El Excélsior. El gerente era Gilberto Figueroa y la invita a vender periódico. Y empieza a vender periódico con mi papa y mi tío Francisco Girón en las calles. Cuando al señor Gilberto Figueroa lo llaman para ser gerente en la Ciudad de México, le dice a mi abuelita:

-Señora Petrita, a usted no me la puedo llevar a México, porque es una ciudad muy grande y no tengo a donde acomodarlos. Pero hay un lugar precioso, hermoso, a donde puede usted vender, y puede ser usted la distribuidora del periódico Excélsior. Y la trajo a Cuautla, Morelos, en 1930.

Junto con mi tío, Francisco Girón, y mi padre, el señor, José Victoria Girón. Empezaron a trabajar en iglesia de la Alameda; un sacerdote, no sé su nombre, le da permiso a un costado de la iglesia para que ella vendiera su periódico. Al pare lo cambiaron y a ella la mueven a la entrada de donde ahora es el cine Robles. A la vuelta del tiempo, la dejan adentro del zócalo.

Mi padre creció y se casa con la señora Carmela y de ahí nacen mis tres hermanos. Mi papa, pues como la familia creció, ponen un puesto de periódicos, una tijerita de madera, con sus mecates atravesados […] Mi abuelita vendía en una mesa, y unos burritos y una tablitas. En el Valle de Oaxaca, pegado a la pared, ahí mi papa se puso a vender, pues ya tenía que sostener a sus hijos; y mi abuelita, seguía vendiendo en la Alameda. Con los años, nosotros habíamos tenido esos espacios, y mis hermanos seguían dedicándose a la venta de periódico.

Mi papa se separa y en 1952 conoce a mi mama, la señora Teresa Alba Valdes y al cabo de los años nací yo la señora María Teresa Victoria. Mi mamasita, la señora Teresa Alba, al ver que mi papa vendía bien pone un puestesito a fuera de la veterinaria del señor Ricardo Guerrero; pero como se juntaron, mi mama dejo su puesto y ya solo se quedaron en la calle de Batería. 

Al hablar con un presidente, les dice que podían poner un puesto en la calle donde era el sitio Edison, en la mera esquina del zócalo de Cuautla, donde están los portales donde hoy es una comida china, pero anteriormente vendían tractores. Otro de los lugares fue al medio del zócalo, porque mi abuelita, a pesar de que ya estaba grande y mi hermana estaba en la Alameda, mi abuelita quería seguir vendiendo, era una viejita productiva, muy luchona […]. Ella vendía en medio de las dos jardineras.

De esta forma, la historia familiar de doña Tere, se vincula de forma íntima con los procesos de distribución de la prensa en Morelos a lo largo del siglo XX. Como ella misma menciona:

Yo nací en medio de periódicos. Desde niña me rocé con todos los voceadores. Mi papa me llevaba a México a traer su periódico, a traer sus revistas; era todos los días. Mi papa José y mi mama Teresa eran personas de mucho trabajo, unos guerreros que disfrutaban lo que hacían. Todos los días se iban en el servicio, pues mi papa no tenía camioneta ni coche. Estoy hablando de los 50. Esperaba el camión que venía de Oaxaca y lo esperaba por la parte de atrás del niño artillero. Sí se iba a México a traer su periódico y en el primer camión, ahí venía de regreso.

Para nosotros eso es muy especial, pues nos encanta y lo disfruto. Mi mama y mi papa me enseñaron a amar esto. Me encanta gritar: -La prensa, el Esto, vea su periódico. Para mi es parte de mi esencia, de mi identidad, pues es saber honrar a mi padre y a mi madre y principalmente a mi abuela.

Yo entre al puesto, ya administrando, aproximadamente unos 45 años, como a la edad de 18 años. Nosotros estuvimos muchos años en la calle de Batería, ahí iniciamos pegados al Valle de Oaxaca. Cuando el presidente, Martín Garduño, remodela otra vez el zócalo, es ahí donde habla con mi mama y con mi papa y les dice que no tenia para darles muchos espacios. Entonces, nosotros sacrificamos dos espacios para que nos diera el lugar que actualmente tenemos. El nos mando a hacer un armazón en la parte de arriba, por que anteriormente todos los locales tenían en lugar de lonas tenían fibra de vidrio. Fue un techo más amplio a cambio de los dos lugares que mi mama le cedió; nos había prometido otro pequeño espacio pero ya no se dieron las cosas. Es por eso que nosotros tenemos un espacio más grande, por que cedimos nuestros dos espacios anteriores.

Como no recordar al Polígrafo, el periódico de Enrique Román. En ese entonces el Excélsior eran las noticias de la tarde y las últimas noticias, que eran en la noche, salía a vender afuera a donde ahora son los portales, antes eran los portales de la Canada. Ahí se sentaba la gente que llevaba muchos años en Cuautla, como el señor Mora, el señor López. Y mi papa llegaba con las últimas noticias. Mi papa fue una persona muy luchadora. Salia en la noche y todavía estaba el puesto de pescados de la señora Fitz, que estaba hasta la una, dos tres de la mañana por que ahí estaba la gente. Todo esto me llena de orgullo.

Así, en el kiosko de doña Tere, siempre existe una producción editorial local, no sólo se trata de pequeños folletos que generan un conjunto de ciudadanos, sino de una amplia gama de revistas y editoriales que se desarrollan en el ámbito local. Así como de los escritores locales y regionales. Como menciona doña Tere:

El periódico impreso empieza a cambiar, deja de aparecer Kalimán, Memín Pingüin y tantas revistas, la familia Burrón. Y al ver que todo estaba cambiando, yo me doy a la tarea de empezar a ver hacia el fomento a la lectura. Ahí, se trata de trabajar con los niños, que ellos sigan leyendo, que sigan con esa cultura y esa educación. Comienzo a trabajar sobre ello.

Pero también metemos revistas de historias, pues sí llega un turista y le puedo decir:

-Aquí tenemos la historia del chinelo, aquí tenemos la historia mi general Zapata. Vea como fue la lucha del sitio de Cuautla y su gente. Todo eso es muy importante. No sólo los periódicos, sino los locales, pues hablan de la identidad que aquí nosotros tenemos. Esos periódicos son la vista, el oído de lo que pasa en nuestro Cuautla. Y también a nivel nacional, e internacional. Hemos trabajado para que todos los medios sigamos en la lucha.

Lo que es maravilloso, es que tu servidora y los voceadores de nuestra Unión, siempre les digo, chequen los periódicos, chequen lo que traen. Así cuando veo que viene algún maestro, o de la gente que conozco, la que es de aquí, yo ya sabía que ofrecerles. Ya les digo, mire el National Geographic, mira la información que nos trajeron… y ya te dicen, a ver dámelo.

Pero también sucede que llegan algunas personas y nos preguntan, fíjese que a mi hijo le dejaron esta tarea sobre historia, entonces ya uno le sugiere tal revista o tal libro. Todo eso, lo habla uno con las personas.

Lo mismo sucede con los turistas, te preguntas:

-¿Qué lugares podemos visitar?

-Como no. Aquí tenemos la ruta de los conventos, la de Zapata. Para nosotros, estar llenos de cultura y conocimiento, no sólo del día a día, sino de la historia, y poder compartirlo con los turistas, para nosotros es muy importante. A veces hemos puestos mapas, para ver los puntos que visitar. 

Por eso pensamos que debieran llamarse Kioskos de prensa, cultura y turismo. Pues en nuestros espacios tenemos libros de historia, de lectura, para niños y adultos, pero también para el turismo.

La verdad es que desde la Declaratoria de zona de monumentos históricos que le dieron a Cuautla, para nosotros fue importante tener una buena presentación en los kioskos.

Así, el kiosko se vuelve también, en el último eslabón, pero sumamente importante, de la cadena de producción editorial. El momento en que se da ese contacto con el lector y la lectora.

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