Jaramillo, igual que Zapata, no era un teórico, sabía escribir lo necesario para la gestión campesina y sus programas de lucha, y como en este caso, su autobiografía. Fue un revolucionario práctico con un discurso profético, lleno de parábolas, citas bíblicas y de frases incendiarias aprendidas de los magonistas; su lenguaje era perfectamente entendible y asimilado por una población analfabeta, pero ávida de mensajes esperanzadores. Jaramillo sostenía que el pueblo sólo unido y organizado podría ser respetado y que los luchadores sociales debían poner en práctica todas las formas de lucha posibles. Esperamos que much@s luchador@s campesin@s, historiador@s y académic@s, estudios@s del zapatismo y del movimiento campesino mexicano, reciban con interés este valioso material y entre todos, evitemos que el tiempo lo lleve al olvido.