Existe una iniciativa de Ley de Cultura para el estado de Morelos. Dicha propuesta, es el resultado de nueve años de trabajo, y del esfuerzo de muchos hombres y mujeres.
Desde nuestra perspectiva, son tres los elementos que resultan relevantes de lo que va del proceso. En primer lugar, la búsqueda de una legislación en cultura ha sido una lucha desde distintos lugares y con múltiples voces. El movimiento Cultura 33, representa uno de esos horizontes de posibilidad y quien ha impulsado y dado acompañamiento a la actual iniciativa. Quienes conforman Cultura 33, son un grupo variopinto de personas que habitan y enraízan su actividad cultural en distintos territorios de la geografía morelense; lo que le da a su proceso, la posibilidad de entender la simultaneidad de fenómenos tan diversos, como puede ser la actividad cultural en CIVAC o en Quebrantadero, en el extremo suroriental del estado, a la vez que permite que dicha mirada, este anclada a una forma de habitar aquello que está siendo analizado. Cobra mayor importancia, en una sociedad en extremo centralista, no sólo en términos de la disposición de recursos, sino de la toma de decisiones.
Es desde una posición crítica a dicha situación, que la ruta que se planteó dicho grupo para la elaboración de la propuesta, esta íntimamente relacionada a la necesidad de realizar foros y consultas en los distintos municipios del estado. Este proceso de escucha y redacción de una propuesta de documento, fue acompañada de un seminario sobre cultura y políticas públicas, así como del asesoramiento de especialista como Bolfy Cottom, Jacinto Pino, José Antonio Mac Gregor, Rafael Meza, entre muchos otros y otras. Este proceso metodológico, no debiera ser sólo motivo de alegría, sino una norma en términos legislativos.
El tercer elemento que nos interesa resaltar, es el contenido mismo de la ley. Como lo menciona Bárbara Martínez, se trata de una “la Ley pensada también como el papel que tiene el Estado en garantizar los derechos culturales, una Ley [que] se hace para que el Estado regule política pública, no es para regular las propias expresiones e identidades culturales de la gente, eso permea y nuca va a ser regulado; cada población, cada colectivo y cada individuo expresa sus identidades de manera libre”. Así, la ley deviene en una herramienta, no solo para artistas y gestores, sino para todxs aquellxs que hacemos cultura, es decir, el conjunto de hombres y mujeres que habitamos y transitamos por el territorio morelense. De ahí le importancia de acercarnos al documento, leerlo, discutirlo. Lo valioso de su contenido, sólo esta en relación con su ejercicio y utilidad en la vida de las personas.
El presente testimonio, intenta ser una herramienta para quien quiera comprender parte del proceso, a la vez, que de manera somera, también representa una mirada a la actividad cultural en nuestra región. Realizada en 2018, la entrevista intenta ser un primer ejercicio para sistematizar la experiencia. Su publicación en la actual coyuntura, responde más a la necesidad de ofrecer elementos de análisis, comprensión, que a un sentir de trabajo terminado. Muchas aristas, tienen y seguirán siendo discutidas, replanteadas; muchas voces, enriquecerán la perspectiva sobre el curso y discurso del proceso; y sobre todo, nuevas tareas, obligarán a nuevas reflexiones sobre lo andado.
fausto buenaventura,
plan de las amilpas…